lunes, 2 de septiembre de 2013

Evolución de la esclerótica


Ya hemos comentado en una entrada anterior que la esclerótica humana es la única que es blanca entre la mayoría de los primates, como estudiaron Kobayashi y Kohshima en este trabajo. En humanos no sólo la esclerótica es blanca sino que es mayor la zona de esclerótica expuesta en proporción al tamaño del ojo, y se extiende más en sentido horizontal. La esclerótica humana puede señalar emociones, salud, edad, enfermedad, y dirección de la mirada, posibilidades todas ellas que no están disponibles para nuestros primos  primates. 

Los ojos rojos, en diversos experimentos en los que se manipulaba digitalmente la esclerótica, han sido considerados más tristes, menos saludables y menos atractivos que una blanca e inmaculada esclerótica. Una esclerótica enrojecida es un síntoma de muchas enfermedades del ojo, o globales, como conjuntivitis agudas y crónicas (bacterianas y virales), irritaciones químicas y físicas de los ojos, trauma ocular, glaucoma, alergia, hipertensión, diabetes, anemia de células falciformes, enfermedad autoinmune, artritis reumatoide, deprivación de sueño, llanto y consumo de drogas. Por todo ello, una esclerótica blanca señala buena salud y que el poseedor de la misma es una pareja sexual ideal con la que intercambiar genes. Los ojos blancos se unirían a otros rasgos físicos atractivos que señalan buena salud como simetría corporal, una piel limpia de marcas o manchas, un pelo sano y sedoso, etc. 

La utilización de las gafas oscuras se ha considerado algo maleducado porque crea una barrera social, pero se utilizaron precisamente para ocultar las señales de la esclerótica. Las pusieron de moda en ambientes oscuros los músicos de jazz precisamente porque querían ocultar sus pupilas puntiformes por el uso de heroína, o los ojos rojos por el uso de marihuana. Los ojos rojos, y en general cualquier ojo atípico, genera malestar en las personas que los ven. También algunas personas ciegas utilizan gafas oscuras para evitar una respuesta negativa de su audiencia. En la imagen tenemos unos ojos tratados digitalmente y podemos apreciar el impacto que genera una esclerótica extraña, la sensación es de sorpresa e incomodidad.

La evolución del blanco de nuestros ojos también permite señalar la dirección de la mirada y aumentar la visibilidad de nuestros movimientos orbitales. Como comentamos en la entrada sobre la mirada, gracias a nuestros ojos no necesitamos un giro de cabeza para comunicar la posición de un objeto, suceso o persona interesante. Una mirada es suficiente. Por otro lado, el objeto de la mirada de otros podemos ser nosotros, siendo nosotros mismos el objeto de interés, afecto ,desconfianza, o el objetivo de una agresión. Evidentemente detectar eso tiene ventajas claras. Pero esto que es una ventaja para la víctima no lo es para el posible agresor. Según Kobayashi y Kohshima la esclerótica oscura de los primates es una adaptación para enmascarar y ocultar la dirección de la mirada a otros individuos o a depredadores. Parece que en humanos la evolución ha tomado otro camino, un camino que hace más difícil engañar u ocultar nuestras emociones e intenciones a nuestros congéneres. 

Además, sabemos que tenemos neuronas especializadas en detectar los ojos y las caras, estímulos muy importantes para nosotros. Podríamos pensar entonces que estos procesos visuales nos proveen una sensación automática, inconsciente, de ser observados  y que esto favorecería el altruísmo. Hay estudios en los que se observa que simplemente poner un póster de una cara mirando hace que la gente sea más generosa y engañe menos, incluso aunque el que nos mire sea Kismet, un robot.

En definitiva, que las claves visuales comentadas (color de la esclerótica, dilatación pupilar, dirección de la mirada, etc.) indican que un órgano sensorial, como el ojo ha adquirido un papel secundario  como órgano de comunicación. La riqueza de las pistas asociadas a los ojos explican por qué los ojos son el foco de nuestra atención visual.

@pitiklinov en Twitter

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