miércoles, 10 de septiembre de 2014

¿Somos lo que decimos?

En el Mundial de Baloncesto de Bilbao se ha producido una polémica con el resultado de que el speaker del acontecimiento se ha ido al paro. El asunto ha sido que tras la actuación de las cheerleaders con música de Enrique Iglesias, la canción Bailando (que repite “yo quiero estar contigo, bailar contigo, tener contigo una noche loca”), el speaker comentó: “¿A quién no le gustaría pasar una noche loca con las Dream Cheers? En principio, ni las propias cheerleaders ni nadie se sintió ofendido y el speaker pidió disculpas pero una periodista escribió un artículo titulado Machismo en el Mundial de Baloncesto y a partir de ahí se montó el revuelo. El propio speaker ha expresado su visión en una carta al Correo.

Este acontecimiento da para muchas reflexiones. La primera pregunta sería: ¿define nuestra forma de ser, nuestros verdaderos pensamientos o sentimientos algo que decimos en un determinando contexto o situación? Otra pregunta más profunda todavía es: ¿tenemos una verdadera esencia, una única forma de ser que nos define? La mayoría de la gente cree que tenemos un Yo, una forma de ser única y permanente y que un comentario de este tipo desenmascara al verdadero yo. En este caso la conclusión es que la persona ES machista. Como está en su esencia ser machista ya no puede seguir haciendo ese trabajo y hay que castigarle. Pero…¿define ese comentario una supuesta identidad machista?

Esta visión se llama esencialismo y la mente humana tiende al esencialismo. Esto es algo que Paul Bloom y Susan Gelman han estudiado en niños. Susan Gelman en su libro The Essential Child estudia la temprana aparición del esencialismo en niños. El esencialismo es la idea de que ciertas categorías, como hombre, perro o “machista”, en el caso que nos ocupa, tienen una realidad subyacente y que dan a los objetos o a las personas su identidad. Richard Dawkins lo llama La Tiranía de la Mente Discontinua. La mente humana no puede entender que la realidad es continua, gradual y es ciega a los intermedios. Todo tiene que ser esto o lo otro, sí o no, blanco o negro, machista o no machista. Pero la realidad no es así. No existen los machistas y los no machistas separados, como no existen los buenos y los malos. Todos somos buenos y malos a la vez, racistas y no racistas, machistas y no machistas. Pero tenemos que catalogar a los demás y dividir la realidad en categorías, es como funciona la mente humana.

En el contexto del Mundial de Baloncesto, la música, unas señoritas que salen a exhibirse con poca ropa (por lo visto está fuera de lugar el comentario, pero no que salgan estas chicas a hacer de objeto sexual), el speaker intenta animar a la gente, ser divertido, entretener y hace un comentario desafortunado. De acuerdo, pero esta persona tiene mujer e hija y en otras situaciones no es machista, y lleva 12 años haciendo su trabajo, aparentemente de forma satisfactoria para todo el mundo, y es una persona que ama el baloncesto. ¿Es proporcionada la respuesta de despedirle? Creo que no. ¿Define ese desafortunado comentario su verdadera “esencia” mejor que todo lo que ha venido haciendo a lo largo de años? También creo que no.

Otra enseñanza que podemos sacar de este episodio es que la palabra autocontrol es un eufemismo, un engaño. El autocontrol es en realidad heterocontrol disfrazado o interiorizado ( ver este post:¿a quién beneficia el autocontrol?). El autocontrol es el precio de admisión en sociedad y existe porque existe un grupo. A este hombre le ha fallado el autocontrol y el grupo le ha dado un palo. Se podría decir que el autocontrol  es una aplicación que nos instala el grupo (en el lóbulo prefrontal en concreto) para controlarnos. Como contábamos en esta entrada sobre la psicopatía, es muy interesante esta respuesta que un psicópata le da al psicólogo Kevin Dutton:

“No dejes que te engañe tu cerebro, Kev, con todos esos exámenes que no te dejan ver la realidad. Solo hay una diferencia entre tú y yo: Yo lo quiero y voy a por ello, tú lo quieres y no vas a por ello”
“Estás asustado Kev, tienes miedo. Tienes miedo de todo, lo veo en tus ojos. Miedo de las consecuencias. Miedo de que te cojan. Miedo de lo que pensarán. Miedo de lo que te harán cuando vengan a llamar a tu puerta. Tienes miedo de mí”
“Mírate. Tienes razón, tú estás fuera y yo estoy aquí dentro. Pero...¿quién es libre, Kev? Libre de verdad, quiero decir. ¿Tú o yo? Piensa en ello esta noche. ¿Dónde están los barrotes de verdad Kev? ¿Ahí afuera ?( señala la ventana). ¿O aquí dentro? (y se toca la sien)

Sí, hay dos opciones: o te pones las rejas tú mismo (autocontrol) o te las vamos a poner desde fuera (castigo). 

Decía que este episodio da para muchas reflexiones. Otra reflexión podría ser la actuación que determinado feminismo, o feministas, muestran con relativa frecuencia, pero aquí me voy a autocontrolar y a callar porque tocar ciertos temas es actualmente tan tabú como antes lo era meterse con la Iglesia.

@pitiklinov





2 comentarios:

Unknown dijo...

Ridículo este episodio. Cuanta hipocresía. Me recuerda al caso del dueño de los Atlanta Hawks que dijo un comentario racista por email. Puedo entender que ese tipo de acciones tengan que ser castigadas, pero no la indignación que genera. No creo que las mujeres quisieran que este hombre fuera despedido por ese comentario, la culpa de que este hombre no tenga trabajo es posiblemente del periodista que quiso hacer noticia de esto y darle más repercusión de la que tiene.

Parece que la tiranía del grupo se basa en el linchamiento y ostracismo de los "indeseables" más que en su remiendo.

k1000 dijo...

Más que un fallo de autocontrol yo creo que se ha dado una colisión de incentivos. Por un lado el contexto deportivo hasta ahora ha promocionado comentarios como los del locutor, como obviamente demuestra la existencia de "animadoras". Por otro existe el incentivo intelectual-profesional-identitario del ser feminista, siempre a la caza de posibles traspiés en cualquier ámbito. Locutor y feminista hacen su trabajo. La diferencia, como bien dices, es que no necesariamente el locutor asentará identidad como hombre empleando a la mujer como objeto (podría ser un machista, pero no necesariamente si simplemente se amolda a su contexto profesional). El feminismo, por contra, trae inevitablemente consigo un cierto compromiso identitario que además es premiado en la medida en que se vincula el discurso a la propia respetabilidad de la persona. Coincido con el comentario de joppp, desafortunado episodio que simplemente nos recuerda que "la sociedad" no es un ente unitario y, como tal, no puede ser hipócrita. Simplemente sufre colisiones de incontables incentivos contrapuestos o coincidentes. A unos se les da más bombo que a otros. Punto. Espero que el locutor no le de muchas vueltas al tema.